Esta chirigota de Huelva trae un tipo delicado de tocar, el de esquizofrénicos, que saben salvar sin apuros. En la presentación cuentan ya que desde chico les dio la paranoia y desde entonces tienen esos problemas de hablar con ese ser invisible que está presente en todo el repertorio. En el primer pasodoble narran su enamoramiento de una panadera. No termina de cuajar, entre otras cosas porque lo cortan demasiadas veces para hacer guiños al tipo. Y no permite apreciar la melodía, que tiene partes muy bonitas. Su apuesta por el humor no les sale bien y apenas arrancan sonrisas entre el público. El segundo cuplé, al alcalde de El Ejido, en la misma línea y con casi el mismo resultado. Primer cuplé a la visita de Zapatero a Obama y lo que ocurrió en el despacho oval, donde, dicen, la mujer del presidente “se hartó de brazo gitano”. El segundo sobre la enganchaera de un amigo a los juegos de videoconsola y el record del mundo que ha conseguido: “de cuernos”. En ambos, es mejor el chiste intermedio que el final. El popurrí fue lo mejor de su actuación, aunque fue irregular. Pero sabe aprovechar la condición de esquizofrénico del tipo que representa para sacar un par de cuartetas destacables, especialmente la de los problemas que tienen con la hipoteca y con su pequeña casa y la que le se pelean con esa voz que escuchan.
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